El fin de semana pasado fuimos a la cárcel de Zuera a visitar a Carmen. Nos decidimos a escribir estas lineas porque fue tal la rabia y la impotencia que sentimos que necesitamos canalizarlo de alguna forma, además de relatar como vimos de primera mano el grado extremo de falta de humanidad.
Cierto es que no habíamos pedido cita para ver a Carmen, pero el día anterior una compañera llamó para preguntar y dijeron que si los 45 minutos no estaban «gastados», normalmente se podía dejar entrar. Cuando llegamos allí nos encontramos un NO rotundo a poder ver a la compañera. De nada les sirvió a esos robots sangrientos que hubiéramos comunicado con Carmen muchísimas veces, que constáramos de sobras en sus listas, que Carmen aun tuviera derecho a sus 45 minutos de mierda de comunicación. Nos repetían una y otra vez, de malas maneras que teníamos que haber pedido hora. Ya la primera funcionaria con quien hablamos, detrás de ventanilla, nos soltó que «ya sabia de sobras quien era Carmen, y que esa mujer tiene un genio que no veas». Como si esto fuera motivo alguno para tener menos opciones a visitarla, y como si tener genio y determinación fuera algo negativo por parte de nuestra compañera. En vistas que con ella no íbamos a conseguir nada, pedimos hablar con el jefe de servicio o algún responsable. Le llamaron. Tardó 45 minutos en aparecer, por lo que si había alguna posibilidad de ver a Carmen la perdimos, ya que la hora de la comunicación pasó con creces.
Apareció este «señor» acompañado del jefe de comunicaciones, y ya de entrada se dirigió a nosotrxs de manera despectiva. Era imposible mantener una conversación normal con él. Continuamente nos corregía la forma de hablar, diciendo que no hablábamos con respeto y correctamente, y que allí la gente no se tutea, que le habláramos de usted. Rápidamente se puso a la defensiva y empezó a atacarnos, llegando a decir, él mismo, que allí no se tortura a nadie, sin que en ningún momento nosotrxs hubiéramos usado esta palabra. Siguió diciendo que allí nadie quiere perjudicar a nadie. Cuando le echamos en cara su falta de humanidad y el despropósito de no dejarnos comunicar, sabiendo que Carmen está muriéndose y los días que lleva sin comer, acabó diciéndonos en nuestra cara, sin vergüenza alguna, que «esta señora» (refiriéndose a Carmen) «está bien atendida y come todos los días». ¿Como alguien puede soltar una barbaridad así? Este es el nivel de las personas que se supone que atienden a lxs presxs. Negarnos sin escrúpulos una realidad tan dura y tan dolorosa como la huelga de hambre de Carmen y su situación.
A todo eso, añadir que este señor nos levantó la voz, que nos hablaba a 4 centímetros de la cara, desde una supuesta superioridad en su lenguaje. Incluso, en una de sus múltiples veces que nos exigió hablarle de usted, nos dijo con mofa «usted, en castellano», «vostè en catalán». «Que yo también lo entiendo y puedo hablarlo pero no me sale de ahí».
Cuando un compañero le dijo que allí sí se torturaba a la gente, se lo hizo repetir y le pidió la documentación para supuestamente denunciarle (obviamente él no se la dio). Y acabó amenazándonos que a lo mejor estaríamos un tiempo sin poder comunicar con Carmen.
Si una persona así se dirige de este modo a la gente de fuera, no queremos ni imaginar que debe hacer y como debe tratar a las personas de dentro.